Era un espejo sin reflejo, eso decían los escépticos, los típicos científicos que a escondidas caminaban entre hojas de papel perdidas, entre unos recuerdos abandonados por el hambre ya la desesperación.
Y entre tanta hipocresía y destrucción caminaba una mujer de avanzada edad, despacio y con calma su vestimenta negra y su paraguas el cual lleno cada vez se llenaban más, de los recuerdos ajenos, de las caras tristes y de los llantos del silencio.
La mujer de tez blanca y ojos negros caminaba cansada con respiraciones agitadas pues con cada paso que daba poco avanzaba.
Los soldados observaban a la pobre anciana desde las ventanas